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Obélix, el galo, hace menhires. No sabe nadie, ni siquiera el propio Obélix, para qué sirve un menhir pero, en Obélix y compañía, una de las más desternillantes aventuras de Uderzo y Goscinny, un romano tiene la brillante idea de lograr la paz con los habitantes de esa aldea indómita ocupándolos en el trabajo de crear menhires, uno detrás de otro.

 

Por supuesto, la producción de menhires excede con mucho su demanda, mientras que el dinero cambia el carácter de los personajes al tiempo que, dado que peligra el tesoro imperial, se pretende vender a tuerto o a derecho esta subespecie de piedra esculpida. Los resortes publicitarios que se emplearán resultan a cuál más alucinante, por no hablar de que la inexistente demanda aparente genera el surgimiento de toda una industria productora de menhires más allá de lo sensato, que da en la bancarrota del César y en la vuelta al punto de partida tras una emocionante visita al capitalismo salvaje en pleno siglo I antes de nuestra era. De todo ello, queda el memorable eslogan: "Pon un menhir en tu vida".

Portada de Obélix y compañía

 

Pues bien, nosotros también vamos a crear una campaña publicitaria completa. Inventaremos un producto o elegiremos uno ya existente, generaremos una campaña orientada de manera específica a nuestro target, con variantes en función del medio en que nos estemos anunciando. Tendremos un eslogan, un jingle, una cuña, un cartel, folletos, un anuncio televisivo, una versión para internet o lo que resulte del briefing de la campaña, esa reunión que define objetivos, público, plan de acción en medios, etcétera.

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